jueves, 12 de marzo de 2009

Sed apasionados, curiosos, perspicaces.

En la solícita intriga que une la vela con el viento, vosotros sois los intermediarios. Los que favorecéis el encuentro y atenuáis las desavenencias. Tenéis que ser fisgones. Esta curiosidad no es costumbre malsana, todo lo contrario: es de orden práctico. Es necesario que comprendáis los elementos que no son fáciles de visualizar. Observar esta realidad en forma de hipótesis. ¿Por qué tal fenómeno en tal circunstancia? Establecer esas circunstancias. ¿Por qué esta teoría no responde a las expectativas? Podéis llegar a equivocaros sobre las causas del fenómeno, pero sabéis que está allí presente.
Decirse a uno mismo: "Este producto que he obtenido, este fenómeno que he observado, parece que no se corresponde con lo que hemos aprendido. ¿Es fruto de un grave error de experiencia y tenemos razones para eliminarlo, o acaso debemos examinarlo de una manera diferente para comprender un nuevo aspecto? Hay algo de extraño". Después de pensar en ello, intentar digerirlo.
Pierre-Gilles de Gennes

Estableced el conjunto de presunciones, valorad los buenos compromisos, sabed crearlos, reencontrarlos. ¿Qué necesitamos? ¿Hasta qué punto podemos desviar las fuerzas en provecho propio? ¿Cómo hacerlo?

Para aprovechar mejor la relación amorosa entre el viento y las velas, sed vosotros mismos apasionados. Un poco actores, aventureros, exploradores, curiosos, originales. Investigar es ir más allá de lo conocido. Descifrad el lenguaje de la naturaleza. Arriesgad el diálogo con el viento. Provocad. Es un campo en el que la historia demuestra que los mejores a veces han tenido que perderse; la seguridad no aporta ningún conocimiento añadido. Permaneced vigilantes y maravillados. Proscribid la palabra "suerte" , tomad prestado el término "vencer". Estableced hipótesis y sometedlas a discusión. Dejad hablar. Sed personas de rectificaciones. Aprended de los errores para acercaros a la verdad.

La única manera de aprender, dice el Alquimista, es mediante la acción.
Paulo Coelho.

Atreveros a investigar...

Texto extraído del final del libro "Las Velas" Bertrand Chéret.

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