sábado, 14 de marzo de 2009

Alain Bombard.-Naúfrago Voluntario.

Alain Bombard, Médico francés, (1924 - 2005)

El viaje en cuestión consistió en cruzar el océano Atlántico desde las Islas Canarias a las Barbados sin ningún tipo de alimento ni bebida. En los 65 largos días que duró la travesía, Bombard sobrevivió a base de comer plancton y beber agua de mar. En contra de lo que cualquiera hubiera pronosticado, sobrevivió a tan arriesgado viaje, arribando a su destino con 25 kilos menos que al partir y una grave anemia que obligó a hospitalizarle inmediatamente.

Detrás de lo que algunos simplemente ven como una absurda aventura, estaba el deseo de Bombard de demostrar que era posible la supervivencia en alta mar con tan sólo los escasos recursos alimenticios que el propio mar nos ofrece. El interés por el tema surgió en nuestro protagonista tras presenciar en 1951 la llegada de un macabro camión al hospital de Boulogne sur Mer, donde ejercía entonces su profesión de médico, con los cadáveres de 43 marineros ahogados en un trágico naufragio ocurrido frente a las costas francesas del Canal de la Mancha.

Tan terrible suceso despertó en el joven Alain la inquietud por descubrir hasta qué punto era posible sobrevivir en el inhóspito medio marino, con el fin de que sus descubrimientos permitieran tomar las medidas necesarias para intentar evitar que se repitiera una escena como la que él tuvo que presenciar. Con tal fin se trasladó al Instituto Oceanográfico de Mónaco.

Su teoría era que el consumo de plancton, rico en vitamina C, fluidos extraídos de peces crudos y agua de mar en pequeñas cantidades, más el ocasional añadido del agua de lluvia, era suficiente para permitir la supervivencia de un hombre en un bote en alta mar durante un largo periodo de tiempo.

Al ver que la comunidad científica no le tomaba en serio decidió demostrar su teoría. Su intención era cruzar el Atlántico, pero antes decidió hacer un primer ensayo, menos ambicioso, en el Mediterráneo, entre Mónaco y las Baleares. Junto con su amigo Jack Palmer concluyó tal travesía y, reforzado por el éxito de esta primera prueba, decidió emprender el ambicioso proyecto de cruzar por completo el océano partiendo de Canarias.

En 1952, el joven Alain Bombard, médico-navegante de 27 años, partió de Las Palmas, en las Islas Canarias, sin agua ni alimentos, a bordo de una embarcación neumática que bautizo con el nombre de la "Heretique".

De este modo recorrió una cuarta parte de la circunferencia terrestre en las peores condiciones y llegó sano y salvo, dos meses después, a Las Barbados en el mar Caribe. Alimentándose de peces y plancton y bebiendo jugo de pescado y agua de lluvia, demostró que un náufrago podía sobrevivir en el mar gracias a los recursos del océano.

Su amigo, sin embargo, en lo que parece ser un arranque de sensatez, decide no acompañarle en esta ocasión. Ni siquiera el nacimiento de su primer hijo, que le hace viajar a París en mitad de sus preparativos en el archipiélago, le hace replantearse sus temerarios planes.

Así las cosas, Bombard emprende el viaje en solitario en su lancha -bautizada con el nombre de l'Heretique (El Hereje)- el 19 de octubre de 1952. Tras una penosa travesía donde según sus propias palabras «la soledad y la angustia fueron peores que el hambre y la sed» llegó a Barbados, completamente exhausto, el 23 de diciembre de 1952, 65 días después.

A pesar de eso, no fueron pocos los que siguieron poniendo en duda la validez de su teoría e incluso le acusaron de haber tomado alimentos a escondidas. Entre esos críticos hubo alguno que otro que, por increíble que parezca, intentó imitarle. Eso sí, en este caso sin éxito y dañando gravemente su salud.

A la vuelta de su viaje escribió el libro Naúfrago voluntario, que definió el resto de su vida al personaje en que Bombard se convirtió desde entonces para sus compatriotas.
En contra de lo que pueda parecer, la odisea de este loco idealista no fue un esfuerzo vano, como muchos otros de este tipo que nos estamos acostumbrando a ver. Aun con la polémica sobre su éxito, su viaje contribuyó a que se tomara la decisión de hacer obligatoria la presencia de lanchas de supervivencia en todas las embarcaciones de un cierto tamaño. Probablemente desde entonces, sean muchos los hombres de mar que tengan algo que agradecer a la poca sensatez de Alain Bombard.

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